Una joven se despierta dentro de un ataúd con una herida en la cabeza y
no recuerda quién es. Pronto se da cuenta de que ha sido secuestrada por
un desquiciado asesino en serie y que se encuentra en un pequeño pueblo
aislado donde deberá sobrevivir durante la noche y ser más lista que el
asesino, que está dispuesta a acabar lo que ha empezado.
Voy a hacer con esta reseña lo mismo que Robert Hall (director de esta película) hizo en su momento cuando se puso delante de la cámara: ir al grano y dejar de lado cualquier tipo de rodeo o explicación. Laid to Rest te gustará si eres un acérrimo fan del género slasher, no eres nada exigente con el argumento y estás hecho a prueba de situaciones estúpidas e inverosímiles colocadas a drede para ponérselo relativamente fácil al psychokiller de turno. Y es que en esta ocasión, el guión no es que sea flojo... Sencillamente, es apenas inexistente, apenas hay trama o argumento y contiene una ingente cantidad de situaciones esperpénticas y encrucijadas que cualquier niño de cinco años sabría resolver con mayor acierto. Todo se resume en un tipo siniestro e implacable en su empeño de acabar con la vida de una chica, acabando con la vida de cualquier persona que se interpone en su camino.
A pesar de tan tremendo vacío argumental, la experiencia me ha resultado entretenida y se pueden sacar aspectos positivos de esta película de serie B rodada con un estilo muy videoclipero que termina dotándola de un aspecto moderno e innovador. Lo primero que cabe resaltar es el villano de la función, al que se le ha bautizado como ChromeSkull: un tipo alto, espigado, cuya sola presencia impone temor y respeto, totalmente vestido de negro y con el rostro cubierto por una terrorífica máscara cromada en forma de calavera. Completa la bella estampa un cuchillo de proporciones gigantescas y una pequeña cámara al hombro, mediante la cual graba en vídeo sus carnicerías. Y ojo porque la brutalidad que despliega este tío en pantalla es espectacular, como pocas veces se ha visto en los últimos años, más propia de tiempos pretéritos, cuando el slasher estaba totalmente en auge y Jason Voorhees dominaba el género a golpe de machete.
El resto del reparto no merece casi ningún tipo de comentario dado lo escaso y paupérrimo del argumento. Podríamos mencionar a un par de protagonistas femeninas: por un lado, la final girl que se pasa la película huyendo de ChromeSkull, interpretada por Bobbi Sue Luther (la mujer del director), que en ocasiones resulta un pelín ridícula; por otro lado, nuestra querida Cersei Lannister en Juego de Tronos, Lena Headey, en un papel breve, pero intenso.
Y tenemos que hablar sí o sí de los efectos especiales, totalmente creibles y de un realismo a destacar en una producción de serie B con escaso presupuesto y rozando el carácter independiente. Las escenas son generosas en cuanto a violencia, sangre y gore, y el culpable de este buen resultado es el propio director, con una larga trayectoria como responsable de efectos especiales y maquillaje en infinidad de films.
En resumidas cuentas, Laid to Rest es una película entretenida si disfrutas con cualquier tipo de slasher, máxime cuando no existe un leit-motiv definido en una historia como la que nos trae Robert Hall, rebosante de violencia y asesinatos a manos de un psychokiller que puede convertirse en referencia del género a poco que en sus próximas apariciones se le dote de un poco de carisma, personalidad y se cultive un poco más la historia.
Las criaturas de la noche llevan "conviviendo" con el ser humano desde hace cientos, miles de años, mucho antes de que nos invadieran esos vampiros nacarados que brillan relucientes a la luz del sol y repiten curso en el instituto año tras año sin que nadie se percate de nada. Y como quiera que se han ganado a pulso el convertirse en un arquetipo universal de extendida presencia y hondo calado en todas y cada una de las disciplinas culturales del ser humano, el mundo de la música no resulta una excepción. Muchos han sido los grupos y cantantes que han reflejado el misticismo y el erotismo que desprenden dos afilados colmillos aproximándose a un cuello desnudo y palpitante o la salvaje e incontenible ansia de sangre humana con la que cargan sobre sus hombros estos hijos de Drácula a modo de maldición, reflejándolo en discos y canciones que tratan el tema desde varios puntos de vista. Vampiros y música, canciones y chupasangres: un binomio que siempre ha funcionado. Aquí os dejo con una pequeña recopilación de temas que de una forma u otra giran en torno a estas míticas criaturas de la noche. El orden de preferencia lo poneís vosotros, completamente a vuestro gusto...
Iron Maiden - Transylvania: nada mejor para comenzar la selección que hacerlo con una canción totalmente instrumental perteneciente al primer disco (homónimo) de la legendaria banda británica de heavy metal Iron Maiden publicado en 1980. La canción, titulada Transylvania en una clarísima referencia a la tierra natal de Drácula (siempre según la novela de Bram Stoker), fue compuesta por Steve Harris, bajista y fundador del grupo. El resultado son cuatro minutos repletos con una enorme cantidad de arreglos, solos y frases de guitarras para evocar un peligroso viaje a la tierra natal del legendario conde rumano.
The 69 Eyes - Lost Boys: la banda finlandesa, conocida también como los Helsinki Vampires, decidió hacer su particular homenaje a la película de culto Jóvenes Ocultos (Joel Schumacher, 1987) con el single titulado Lost Boys (igual que el título de la película en inglés), en la que hablan de jóvenes que "están muertos hasta que llega la oscuridad". La canción fue un éxito en EE.UU. cuando se lanzó allí como single en el año 2004, lo que les ayudó a expandir su música más allá de la vieja Europa. El videoclip está dirigido por Bam Margera.
Annie Lennox - Love Song For A Vampire: otro de esos temas imprescindibles en una recopilación así y unido de por vida a la versión que rodara Francis Ford Coppola del Drácula de Bram Stoker en 1992, resultando ser una de las más fieles adaptaciones de la novela del escritor irlandés. El resultado de la composición de la cantante escocesa es una preciosa canción de amor con un trasfondo oscuro que enlaza directamente con la versión más romántica y clásica de estas criaturas de la noche. La típica canción que un vampiro del siglo XVIII susurraría al oído de sus víctimas antes de succionarles la vida a través de la yugular.
My Chemical Romance - Vampires Will Never Hurt You: este fue el primer single que My Chemical Romance lanzaron allá por el año 2002, perteneciente a su albúm de debut titulado "I brought you my bullets, you brought me your love". Demacrados y pálidos como un vampiro, los de New Jersey proclaman a los cuatro vientos sus intenciones en un estribillo que dice tal que así: "si me atrapan y el sol se esconde, toma esta estaca y húndela en mi corazón". Desde luego, Gerard Way y los suyos no se andan con tonterías...
HIM - Vampire Heart: los finlandeses HIM, uno de mis grupos favoritos hasta que decidieron defecar discos en lugar de grabarlos, abrían Dark Light (quinto albúm de su carrera publicado en el año 2005) con este single de título claro y conciso: Vampire Heart (Corazón de Vampiro). La canción es uno de los últimos coletazos de calidad de la banda de Helsinki hasta la fecha (se supone que habrá nuevo disco en el 2012 pero he perdido la esperanza de que vuelvan a ser los de antes), una elegía de una criatura de la noche a una de sus víctimas justo cuando ésta se dispone a abandonar el mundo de los vivos para ingresar en el mundo de la sangre y la oscuridad.
Kings of Leon - Closer: éste es el tema que abre Only by Night, el cuarto albúm de estudio de este grupo de Nashville. La letra refleja tal ambigüedad que está abierta a múltiples significados, aunque yo me decante por la teoría de que Caleb, el cantante, se refiere a un vampiro acuciado por la sed de sangre, confesando que "ella se llevó mi corazón y mi alma" (she took my heart, [i think] she took my soul), "corro bajo la luz de la luna lejos de la carnicería del sol ardiente" (With the moon I run, far from the carnage of the firey sun), "sin mostrar piedad, lo vuelvo a hacer. Abres los ojos, sigues llorando, te voy a dejar seca" (Showin' no mercy I'll do it again. Open up your eyes, You keep on crying, baby I'll bleed you dry), "me siento bien, pero estoy viejo: 2000 años de persecución pasan factura" (Feel so good, but I'm old. 2000 years of chasing taking its toll). Paralelamente, esa sed de sangre del vampiro podría ser una metáfora o una reinterpretación libre de la adicción a cualquier tipo de droga. De cualquier manera, Closer es una canción como la copa de un pino, un tema siniestro cantando de manera desgarradora. Temazo.
Y hasta aquí la primera tanda. Son seis canciones relacionadas de alguna manera con el mundo de los vampiros, la sangre y la maldición de estas criaturas de la noche, si bien es cierto que hay muchos más temas en los que se hace referencia a este mito viviente de la cultura en general. Si a vosotr@s se os ocurre alguna que creeís merece estar en una recopilación así, no dudeís en comentarlo y entrarán de lleno en la siguiente entrega (y así de paso me refrescaís la memoria. Sí, ya sé: tengo un morro que me lo piso...).
Y después de mucha espera, llegó el ansiado día de comprobar qué es en lo que han convertido a Conan, el legendario personaje de cómic del que me considero fan total y hasta la muerte. Y oye, he de decir que no veo por ningún lado ese supuesto descalabro y ese mancillamiento al honor de la película que John Milius dirigiera allá por 1982 con nuestro amigo Schwarzenegger interpretando al bárbaro cimmerio. Es más, me ha resultado una película entretenida, digna de ver y que trata de ser un homenaje al personaje de cómic más que un remake o nueva versión de la película ochentera, acercándose bastante al cómic pulp.
Para acercarnos a esta nueva versión de Conan tenemos que tener en cuenta varias cosas. La principal es que, por desgracia, ya no estamos en los '80. Ni siquiera en los '90. El siglo XXI ha cambiado muchas cosas en el mundo del cine y las películas no son, ni por asomo, como las de antes. A partir de ahí y después de asimilar este básico concepto clave, el resto es pan comido: ni el momento ni el contexto son los mismos, Marcus Nispel no es John Milius, Momoa no es Chuache y Tyler Bates no es ni la sombra de Basil Poledouris. Diré más: Bulgaria no es Almería, ni tiene a Cuenca con la Ciudad Encantada. Todas esas diferencias tienen su consecuencia en el resultado final. Esta nueva versión de Conan es simplemente diferente, y si me preguntaís mi opinión, me sigo quedando sin duda con la clásica, pero no le hago ascos a esta nueva interpretación del personaje con la que, vuelvo a reconocer, me divertí bastante.
Para empezar, el aspecto físico y la interpretación de Jason Momoa se acerca bastante a la idea que Robert E. Howard tenía en mente cuando creó el personaje de Conan allá por los años '30, más concretamente al bárbaro cimmerio en su juventud: un sinvergüenza prácticamente sin escrúpulos, un ladrón y un mujeriego con el ansia de venganza grabado a fuego entre ceja y ceja. Momoa sorprende a los que dudaban de su capacidad para interpretar al personaje con una actuación llena de fuerza y no exenta de expresividad, cercano a las ilustraciones que el maestro Frank Frazetta realizara de Conan durante su carrera. Fiero y de movimientos felinos, no lo hace nada mal con la espada y lo ha dado todo en las escenas de lucha. Para mí, una grata sorpresa y espero que, en caso de nuevas secuelas y/o películas sobre el personaje, Momoa sea Conan de nuevo, pues se lo ha ganado a pulso.
El otro gran personaje realmente llamativo de esta historia es el de Marique, la bruja interpretada por una genialmente caracterizada Rose MacGowan, que desprende la suficiente maldad y resulta bastante repugnante como pseudovillana de la función, sobrepasando por momentos a Stephen Lang, metido de lleno en el papel de Khalar Zym, el verdadero villano de la función y padre de dicha bruja. Las correctas interpretaciones no terminan aquí, y hay que añadir la del cumplidor Ron Perlman, siempre correcto y en ocasiones brillante, que se encarga del papel de Corin, el padre de Conan, en unas escenas breves pero intensas. Aquí no hay monólogo sobre el secreto del acero, pero casi. La pequeña decepción en cuanto al casting viene por el lado femenino protagonista, cuya responsabilidad recae en Rachel Nichols como Tamara, la "dama en apuros" de la historia, a la que interpreta con sensualidad y belleza, pero sin apenas carisma. Sandahl Bergman bien podría haberle prestado un poco del aplomo y el peso interpretativo que luciera en la versión de 1982.
Lo que Nispel nos muestra en el arranque de la película se acerca bastante a los confusos orígenes del personaje siempre según la obra de Howard. Tenemos así a un cimmerio que nació en el campo de batalla (brutal e imborrable la escena del parto), vió cómo su pueblo era masacrado y tuvo que, literalmente, buscarse la vida para sobrevivir mientras la llama de la venganza ardía constantemente en su corazón. A partir de ahí, Nispel se muestra algo torpe a la hora de desarrollar la historia, en parte por culpa de un guión no demasiado acertado y, qué duda cabe, en parte por su ligeramente deficiente labor de dirección, propia de un realizador que no termina de despegar, filmando escenas de manera atropellada y abrupta en muchas ocasiones. Además, Nispel podría haber sacado muchísimo más provecho de ciertos aspectos que hubieran dado mucho juego a la historia, como la magia en la edad hyboria, exprimiendo a fondo el personaje de Marique o las intenciones nigromantes de Khalar Zym; incluso haciendo mayor hincapié en las creencias de los pueblos bárbaros y su relación con Crom y el secreto del acero, lo que hubiera dotado al film de mayor profundidad psicológica y filosófica (cosa que no le hubiera venido mal).
Por contra, los efectos especiales le han servido a Nispel para recrear el enorme crisol de paisajes, razas y culturas del universo Conan, aspecto en el que esta versión supera a la original, máxime teniendo en cuenta los casi treinta años que han pasado entre una y otra (y las incontables mejoras y avances técnicos que ni se imaginaban en los '80). Se podría decir que hay un abuso del CGI, pero que está ciertamente justificado y no chirría en pantalla como en otros muchos films (véaseGreen Lantern). Otro punto a favor es la excelente labor en cuanto a vestuario, maquillaje y caracterizaciones varias que ayudan a evocar ese mundo bárbaro y salvaje sin dejar de lado cierta pátina de realidad necesaria para no dejar de creer. De la banda sonora no pienso hablar: me basta un sólo nombre para decirlo todo: Basil Poledouris. Para todo lo demás, llamad a Tyler Bates si quereís una cosita apañada para salir del paso. Hubiera sido un enorme tanto a su favor que hubieran aprovechado algo de la eterna partitura compuesta por Poledouris, sobresaliente hasta la extenuación en todos los aspectos.
En definitiva, podría estar hablando de este película y la original durante horas... Pero no pretendo aburrir a nadie, y termino reconociendo una vez más que, aunque sigo esperando ilusionado la adaptación a la gran pantalla del mítico bárbaro que haga justicia a su leyenda, esta recién estrenada versión no me parece una mala película, sino un intento fallido pero resultón de poner de moda a Conan medianta una coqueta producción de serie B que rezuma espíritu pulp por los cuatro costados. Además, entretiene y tiene sus momentos, e incluso sus puntos fuertes en los que supera a la película de 1982, pero sigue sin ser la película de Conan que baje del pedestal a la obra maestra que dirigió Milius a comienzos de los '80.
Puff, por dónde empiezo... Teniendo en cuenta que considero a Hellraisercomo una de las mejores películas de terror de la historia (sí, sí, no me mireís así...) y que la novela de Clive Barker en la que está basada me parece una auténtica joyita de la literatura de horror, comprendereís que esta nueva secuela, titulada Hellraiser: Revelations me huela a chamusquina, y mis motivos tengo. Para empezar, saldrá el próximo 18 de octubre de forma directa al mercado del DVD y Blu-Ray, lo cual ya es significativo. Pero a eso tenemos que sumarle la ausencia de Doug Bradley en el papel de Pinhead, el líder de los Cenobitas, que había sido suyo en todas y cada una de las entregas anteriores (ahora el papel es para Stephan Smith Collins, que no le llega a Bradley ni a la suela de los zapatos), y una aspecto en general bastante cutre, empezando por el reparto, siguiendo por a supuesta historia y pasando por unos efectos especiales un tanto cutres a simple vista.
El tráiler deja bien claro que no estamos ante un remake de la original, sino ante una nueva secuela totalmente innecesaria, al menos en los términos, condiciones y circunstancias en las que ésta se ha rodado. Que Pinhead nos coja confesados y recemos por la no-salvación de nuestras almas...
Estoy de enhorabuena: regresa Nic Cage y lo hace acompañado una vez más de su inseparable peluquín, que en esta ocasión le servirá para interpretar de nuevo a Johnny Blaze, el Motorista Fantasma, en la secuela de la película que protagonizara en el año 2007 y cuyo título es Ghost Rider: Spirit of Vengeance, a estrenar en febrero del próximo 2012. Al frente del proyecto tenemos a Mark Neveldine y Brian Taylor como directores, los mismos responsables de Crank: Veneno en la Sangre y Crank: Alto Voltaje. Ojalá y superen a la película original, cosa que no les debería resultar nada complicado, aunque viendo sus antecedentes, podemos esperar cualquier cosa. Tengamos fe en el duo de realizadores y en el buen hacer de Nic Cage y su legendario peluquín...
...y ha resultado ser un tema que ha sorprendido por la apuesta descarada por la vuelta a los orígenes del rock y el metal, una canción con un sabor profundamente setentero que se aleja un poco de lo que nos venía ofreciendo esta sublime banda de Atlanta y del primer single de este nuevo disco suyo (The Hunter, a la venta el 27 de septiembre), que recordamos se titulaba Black Tongue (podeís echar un vistazo al videoclip AQUI).
El nuevo single se titula Curl of the Burl y el videoclip de la canción, bastante sencillo, está construido a base de imágenes desde el punto de vista subjetivo de algo o alguien que acecha en un bosque. En esta ocasión han dejado de lado el manierismo del que solían hacer gala en discos anteriores, y se han sumergido de lleno en un sonido menos elaborado pero no por ello menos efectivo. Esta mirada atrás hacia el rock y el metal de los '70 no suena nada mal. Aunque claro, estamos hablando de losMastodon, así que es complicado que algo de lo que estos tipos hagan no suene de manera excepcional.
Llevados por el ansia de aventura y la euforia de verse reunidos, un
grupo de amigos se lanza a una escalada por alta montaña. A Chloé,
Guillaume, Fred, Karine y Loïc, el vértigo que les produce tanto la
altura de las cimas como sus sentimientos soterrados les complica el
viaje. Por si fuera poco, se dan cuenta con espanto de que ni siquiera
están solos... la expedición no tarda en convertirse en auténtica
pesadilla.
Hacía tiempo que no recibía una dosis de cine de terror francés, que en ocasiones anteriores tan buen sabor de boca había consguido dejarme, y Vertige se convirtió hace unos días, y casi por casualidad (descubierta haciendo zapping), en el primer plato de una velada cinematográfica que prometía emociones fuertes y que al final se quedó a mitad de camino, dejándome algo frío ante lo que pudo haber sido y no fue.
Y es que el film con el que Abel Ferry debutó como director tiene dos partes totalmente diferentes y perfectamente delimitadas. En su primera mitad, Vertige se erige como una aventura intensa y con ciertas dosis de acción vertiginosa (valga la redundancia), jugando con habilidad bazas tales como las tremendamente realistas escenas de escalada, paisajes realmente impresionantes (el parque nacional croata de Risnjak) y tensión in crescendo, llegando incluso a recordar por momentos a Máximo Riesgo (Cliffhanger) de Renny Harlin. Y la verdad es que consigue lo que se propone: hacernos sentir incómodos ante la situación de este grupo de cinco amigos (triángulo amoroso destructivo incluido) que en su afán de practicar este deporte extremo no dudan en atravesar una ruta cerrada al público, con las consecuencias que todos sabemos o nos imaginamos...
Pero lo cierto es que llegados a ese punto la cosa gira totalmente hacia el slasher puro y duro, además de convencional. Nos encontramos con una nueva versión del género survival heredero de La Matanza de Texas y reproducido hasta la saciedad en mil y una ocasiones con anterioridad, pero esta vez en versión croata y con mucha menos fuerza y sin apenas arriesgar en la puesta en escena. Personalmente diría que resulta incluso demasiado light para los tiempos que corren y teniendo en cuenta a lo que nos tienen acostumbrados últimamente los realizadores franceses, tanto a nivel narrativo como visual.
Esa convencionalidad en la forma y el contenido no impide que la película resulte entretenida y consiga mantener la atención de un espectador que, a pesar de que es posible que prevea en todo momento el siguiente movimiento del guión, puede llegar a disfrutar de uno de esos finales poco convencionales que tanto nos suelen gustar, y hasta aquí puedo leer... También cae del lado positivo de la balanza la factura técnica de la película, sobre todo en ese arranque totalmente cimentado sobre la escalada, sus riesgos y peligros. Para pasar un rato entretenido e inmediatamente archivarla en el espacio reservado para las pequeñas decepciones.
Curiosa historia la de nuestra scream queen de hoy, una californiana con un nivel intelectual impresionante que no dudó en dedicar parte de su vida al cine de terror de serie B para convertirse en una de las "reinas del grito" más populares para el público en los años '80 y '90.
Pese a que desde muy jovencita se interesó por la interpretación y dio sus primeros pasos en el teatro de la escuela, pronto se alejó de dicho camino y emprendió la senda de la ciencia, graduándose en la Universidad de San Diego en Biología y Psicología, para más tarde realizar un Máster en Biología Marina, especializándose en la comunicación entre delfines (¡toma ya!) y llegando a trabajar como consultora medioambiental de una central nuclear. Todo esto aderezado con el aprendizaje de nada más y nada menos que siete idiomas, incluido el Esperanto. Además, y como guinda del pastel, llegó a formar parte de la organización Mensa (una asociación internacional de superdotados).
Todo comenzó a raiz de su relación con el dibujante de cómics Dave Stevens, ya que fue entonces cuando empezó a trabajar como modelo y doble de cuerpo en algunas películas. Con Dave Stevens llegó a contraer matrimonio, aunque se divorciaron un año después, manteniendo Brinke el apellido de casada como nombre artístico. En 1982 le fue ofrecido el papel principal en el film The Slumber Party Massacre, aunque finalmente tuvo que conformarse con un rol secundario por problemas de agenda. Años después, en 1988, participaría en Nightmare Sisters (dirigida porDavid DeCoteau) junto a Michelle Bauer y Linnea Quigley, dos de las scream queens más célebres del momento. Un año después el mismo director repetiría con dicho trío protagonista en Sorority Babes in the Slimeball Bowl-O-Rama.
Su filmografía es extensísima, participando en films de terror independiente y/o de serie B y con una agenda realmente cargada de proyectos (llegó a participar en hasta doce films en el año 2003). En los últimos años se ha atrevido a intervenir en labores de producción e incluso ha dado sus primeros pasos como guionista, poca cosa para la señora Stevens, capaz de sacar adelante cualquier propuesta con ese cerebro privilegiado que decidió consagrar en su día a ese tipo de cine tan peculiar que supone el mundo de la serie B. ¿Habrá perdido el mundo de la ciencia un premio Nobel para dar paso en su lugar a una mítica scream queen...?
Faltan apenas unos días para el estreno más esperado por mi parte en este año 2011. Soy consciente de que estoy especialmente pesado pero mi condición de fan me obliga a ello y no lo puedo evitar. Seguramente después de ver el film estaré en un extremo o en otro: dando gracias a Crom por un nuevo acercamiento al personaje de Robert E. Howard o maldiciendo a los cuatro vientos por la oportunidad desperdiciada y el honor mancillado del personaje. Sea de una forma u otra, el próximo dia 19 de agosto se estrena Conan el Bárbaro, con Marcus Nispel de director, Jason "Drogo" Momoa en el papel principal y una innumerable caterva de fans que, al igual que yo, aguardan con una mezcla de esperanza y nerviosismo dicho estreno. Mientras tanto, ahí van ilustrando la entrada cuatro flamantes pósters promocionales que, a decir verdad, no están nada mal...
Agosto es el mes veraniego y estival por excelencia, pero servidor no sólo no tiene vacaciones, sino que ademas está fuera de casa nada más y nada menos que trece horas diarias. Pero eso no va a impedir que intente actualizar el blog por encima de todas las cosas (máxime con un 5º aniversario a la vuelta de la esquina). Tengo aún tantas cosas que decir...
Pero entremos en materia: estamos en agosto, y dentro de unos días llegará a nuestras pantallas la nueva película de Conan, que espero vuelva a poner al personaje de moda y lo devuelva a un merecido status de leyenda que no deberíamos nunca olvidar. Si hace unos días publicaba los opening credits de la mítica Conan el Bárbaro dirigida en 1982 por John Milius, ahora es el turno de hacer lo propio con la intro de su secuela: Conan el Destructor, dirigida por Richard Fleischer en 1984. El film no consiguió estar a la altura ni de las circunstancias ni de la película de Milius, cosa que se nota desde el comienzo de la misma, donde se pasó de la épica y la grandiosidad de la intro del film de 1982 a unos títulos iniciales bastante descafeinados en la secuela estrenada dos años más tarde, donde sólo la banda sonora del gran Basil Poledouris seguía estando a la altura, con una nueva presentación con la voz en off de Mako (cuyo personaje resultó terriblemente caricaturizado en esta secuela):
"Between the years when the oceans drank Atlantis and rise of the sons
of Aryas, there was an age undreamed of, when shining kingdoms laid
spread across the world. Hither came Conan the Cimerrian, sword in hand.
It is I, his chronicler, who knows well his saga. Now, let me tell you
of the days of high adventure..."
Una tierra inhóspita, tonos ocres y horizontes polvorientos, con una horda de guerreros al galope (los Jinetes de Taramis) que cabalgan como si no existiera un mañana. Poca cosa comparado con la mítica forja de la espada del padre de Conan en la intro de Conan el Bárbaro, cuyas imágenes hacían gala de una fuerza inusitada y realmente arrebatadora. Esperemos al 19 de agosto para ver qué se le ha ocurrido a Marcus Nispel para dejarnos pegados al asiento desde el comienzo de su film, si puede...
El próximo seis de septiembre (resta, por lo tanto, menos de un mes...) llega a las pantallas del canal FX la esperadísima cuarta temporada de Sons of Anarchy (Hijos de la Anarquía), serie prácticamente de culto en el panorama televisivo de hoy en día y de la que, como ya sabeís, soy ferviente seguidor.
La nueva promo emitida muestra el retorno a Charming de los chicos de SAMCRO después de ser liberados de prisión, y siendo recibidos a las puertas de la ciudad por el nuevo sheriff del lugar, que al parecer no les va a poner las cosas nada fáciles... Veintisiete dias y bajando (nunca mejor dicho...).
El Dr. Abraham Erskine es un científico que trabaja en el Proyecto
Renacimiento: por medio de un suero experimental, podrá crear súper
soldados que lucharán contra los nazis. Steve Rogers se ofrecerá como
voluntario para probarlo, convirtiéndose entonces en el Capitán América,
y se unirá a Bucky Barnes y Peggy Carter para combatir a la
organización Hydra, dirigida por el villano Cráneo Rojo.
Acudía al cine a ver Capitán América con la esperanza de que me quitara el mal sabor de boca que me había dejado días antes la decepcionante Green Lantern y, de paso, comprobar los motivos del por qué Marvel está a años luz de la DC en líneas generales cuando de adaptaciones a la gran pantalla se trata. Y efectivamente, así fue: la película del Capitán América me sorprendió gratamente. Es una película entretenida y realmente divertida que funciona a la perfección como cine de aventuras y que supone una correcta introducción al personaje para lo que nos espera en el 2012, cuando se estrene Los Vengadores y Marvel haga temblar el mundo de las adaptaciones comiqueras.
La primera parte de la película es redonda, con una ambientación histórica sublime y una muy trabajada presentación de Steve Rogers, tanto a nivel físico (curradísimos los efectos especiales para escuchimizar a Chris Evans) como a nivel moral, mostrando su férrea escala de valores y principios idealistas que serán realmente la auténtica razón para que Rogers sea elegido como candidato al Proyecto Renacimiento, cuyas consecuencias ya sabemos todos...
Chris Evans solventa muy bien el papel de Steve Rogers/Capitán América. Al principio reconozco que tenía dudas sobre su capacidad de sostener tan tremendo personaje del universo Marvel, sobre todo si tenemos en cuenta que, sinceramente, no es un gran actor, pero aquí da el pego y puede valer. Su némesis en esta ocasión es Johann Schmidt/Cráneo Rojo, al que da vida el simpre correcto Hugo Weaving. Lástima que no tuviera algo más de protagonismo y de cuota en pantalla, porque es un villano que podría haber dado mucho más de sí.
Pero, si hablamos de casting, es inevitable resaltar a dos pesos pesados de la interpretación: un Tommy Lee Jones (o el actor que se ha tragado al bueno de Tommy) como pez en el agua en el papel del Coronel Chester Phillips, que se pasa toda la película en "Modo Grumpy", y Stanley Tucci, todo un valor seguro a la hora de actuar, que en esta ocasión se mete en la piel del doctor Abraham Erskine, responsable absoluto del supersuero que transformará a Rogers en el Capi. Una actuación breve pero intensa, muy grande Don Stanley Tucci, como siempre. Luego también tenemos por ahí a Dominic Cooper como Papá Howard Stark (de tal palo tal astilla, o viceversa...) y a Hayley Atwell como Peggy Carter, el primer amor del Capitán, en un papel algo tópico para desembocar en la típica historia de amor entre superhéroe y chica de turno, aunque algo más de armas tomar en esta ocasión.
Evidentemente, tiene sus defectos, entre los cuales destaca el hecho de que la historia se desinfla una vez que han puesto las cartas sobre la mesa y, cuando mayor debería ser la cuota de acción en pantalla, el ritmo decrece ligeramente, aunque sin aburrir en ningún momento. Se nota que a partir de la mitad de film, más o menos, el desarrollo se vuelve algo atropellado y se pisa el acelerador para contar lo que les queda por contar. Una pena, pero así es. Tampoco es que la labor de Joe Johnston como director ayude a solventar el problema, sobre todo cuando el propio realizador constituye un problema en sí. Vamos, que la podría haber dirigido cualquiera: es una película Marvel y como tal lleva ese sello característico. El guión es sencillo a rabiar y sigue el esquema de las películas de superhéroes, con lo que no nos vamos a llevar ninguna sorpresa. Es una película que no arriesga, sólo entretiene, aunque bastante, que no es poco.
En definitiva, que a mi me gustó bastante y me hizo pasar un buen rato entretenido en el cine, y como os contaba al principio, me quitó el tremendo mal sabor de boca que me había dejado dias antes la adaptación de Green Lantern. Una vez más, Marvel ganándole el asalto a DC... ¿Quién ganará el combate final?
Tremenda noche para el recuerdo la vivida el pasado domingo 31 de julio, cuando tuve la suerte de ver en directo uno de esos conciertos que jamás abandonarán mi memoria. ¿El cartel? Integrado por tres formaciones clásicas, veteranos de la escena musical británica y estandartes, en mayor o menor medida, del mejor rock y el heavy metal. Saxon, Motörhead con el gran Lemmy a la cabeza, y Rob Halford liderando a Judas Priest, los reyes de la noche que demostraron de forma contundente por qué son considerados los Dioses del Metal.
Acompañado por un par de buenos compañeros de trabajo (Jose y Julio), comenzamos la jornada musical comiendo juntos en un restaurante oriental y conversando sobre el trabajo, Juego de Tronos y las cosas de la vida en general. Lo cierto es que los tres que nos hemos juntado tenemos mucho peligro y preveo que en lo sucesivo serán muchas y variadas las ocasiones en las que compartiremos las tres C's: correrias, conciertos y conversaciones. Una horita antes del concierto ya estábamos en las primeras posiciones, no sin antes echar un ojo al (caro) merchandising de la entrada.
Con puntualidad inglesa arracaron unos Saxon a los que ví en muy buena forma para la pila de años que atesoran. Biff Byford se encargó, nívea melena al viento, de ganarse al respetable con elegancia y fuerza contenida (y cuestionando el tamaño de los cojones de los presentes...). La verdad es que me sorprendieron muy gratamente y reconozco que se han ganado por mi parte una revisión en toda regla de su discografía. Comenzaron con Hammer of the Gods, de su reciente disco Call to Arms, tema interesante para abrir un concierto, de riff clásico a la vieja usanza de los '80 y estribillo contagioso. Luego continuaron con Heavy Metal Thunder (de su tercer y lejano discoStrong Arm of the Law, 1980). A partir de ahí fueron intercalando grandes éxitos con algún que otro tema de su último disco, y canciones como Never Surrender, Crusader, Princess of the Night o Wheels of Steel terminaron cuajando en un perfecto aperitivo anglosajón para lo que se avecinaba...
Después llegó la hora de recibir la bendición de Lemmy, auténtico mito viviente del Rock & Roll y líder indiscutible e increiblemente carismático de unos Motörhead que, tras una declaración de intenciones directa a la yugular ("We are Motörhead. We play rock & roll") descargaron su adrenalítico repertorio cruzando fronteras con el punk y el trash. Ver a Motörhead al menos una vez en la vida es algo imprescindible, pero he de decir que me sentí ligeramente defraudado, quizás por la acústica del lugar, quizás por la frialdad de un Lemmy algo alicaído (¿será por la pérdida de algunos de sus característicos sombreros en el aeropuerto de La Coruña un par de días antes de la actuación en Bilbao?). Aún así, y a pesar de mi pequeña decepción, Motörhead se mean y se cagan encima de muchas bandas que hoy en día se jactan de tocar rock duro (el eterno "querer y no poder"). Al comenzar con Iron Fist y Stay Clean dejaron claro su misión esa noche. Con Metropolis hicieron que yo empezara a desgañitarme (me encanta esa canción). Cuando llegó el póker de temas finales, con los cuales se desató la locura, yo ya tenía la garganta dolorida. Lemmy preguntó si nos gustaba el rock & roll para lanzarnos un temazo de la talla de Going to Brazil. Sin apenas respiro, Killed by Death y Ace of Spades hicieron que cundiera el paroxismo para cerrar de manera inolvidable con Overkill, temazo de siete u ocho minutazos de duración que el respetable coreó mientras se sacudía de forma frenética. Toda una experiencia para recordar. Espero que Lemmy recupere esos sombreros extraviados y que en un futuro regrese por estos lares para una nueva descarga de buena música.
Cuando un enorme telón con la palabra "EPITAPH" cubrió el escenario del BEC mientras los "pipas" de los Judas Priest preparaban la escenografía, todo el recinto empezó a agitarse nervioso, sabedores de que pronto serían testigos de una actuación mítica, memorable: la de un grupo con una trayectoria tremenda en el mundo del rock y el heavy, germen de la New Wave Of British Heavy Metal (NWOBHM) y más de cuarenta años de historia y un éxito incontestable tanto a nivel de público y crítica. Y si, hacían acto de presencia sin K.K. Downing, pero tengo que reconocer que su joven sustituto, Richard Faulkner, lo hizo de lujo y consiguió que apenas echáramos de menos al legendario guitarrista fundador de la banda. Los acordes de War Pigs, excelso tema de Black Sabbath, seguidos de la intro Battle Hymn presagiaban el comienzo del derroche metálico. Cayó el telón y aparecieron los Judas Priest en un escenario realmente logrado, emulando una ciudad industrial, con parafernalia de cadenas, chimeneas humeantes y un cartel en el que se podía leer "Welcome To The Home Of British Steel". UIna verdad como un templo que se confirmaría a lo largo de la velada.
Y es que el concierto empezó con dinamita, al ritmo de Rapid Fire y Metal Gods (lo sois, lo sois...), sendos temas del album British Steel (1980), cuya mítica portada (esa mano agarrando con fuerza una cuchilla de afeitar) era proyectada en una gran pantalla tras el batería Scott Travis. Dicha pantalla empezó a emitir imágenes en movimiento de una carretera en cuanto sonaron los acordes de Heading Out to the Highway (Point of Entry, 1981). Con Judas Rising (Angel of Retribution, 2005) empecé a entender que estaba viviendo un concierto único, la despedida de los grandes escenarios de una banda, auténtica leyenda de la música, encabezada por la que Luciano Pavarotti calificó en su día como una de las mejores voces del mundo. Starbreaker (Sin After Sin, 1977), Victim of Changes (Sad Wings of Destiny, 1976) y Never Satisfied (Rocka Rolla, 1974) ejercieron de anticipo a Diamonds & Rust, versión del tema de Joan Baez que aparecía en Sin After Sin (1977) y que Halford interpretó de manera baladística en su primera parte para ejecutar la segunda como nos tiene acostumbrados. Un momento emotivo, sin duda.
Dawn of Creation nos introducía en el mundo de Nostradamus, y Halford apareció en escena con túnica brillante y cayado en mano, para interpretar de manera siniestra y con gran teatralidad el tema Prophecy. Con Nightcrawler se desató la euforia, y no es para menos, pues constituye uno de los grandes temas de la banda, pertenciente al magnífico Painkiller (1990), disco clave en el desarrollo del metal moderno en la década de los '90. Turbo Lover (Turbo, 1986) supuso otro momento álgido del concierto, con prácticamente todo el aforo coreando el estribillo de tan tremenda canción (un clásico básico). Superábamos el ecuador del concierto y aún quedaba lo mejor...
Beyond The Realms Of Death, del Stained Class (1978) supuso un respiro antes de disfrutar con The Sentinel (Defenders of the Faith, 1984) y Blood Red Skies, del disco Ram It Down (1988). Otra versión, esta vez de los Fleetwood Mac (The Great Manalishi, del disco Killing Machine, 1978) suponía el preludio del éxtasis colectivo que se desató con una de las canciones más conocidas de la banda: Breaking the Law, otro temazo del legendario British Steel (1980) que Rob Halford dejó interpretar por completo al público. Momento épico para la posteridad, como casi todos los que quedaban ya por vivir esa noche. Cosa lógica si tenemos en cuenta que lo que venía a continuación era un gran solo de batería que dió paso al frenético y desatado Painkiller. E-S-P-E-C-T-A-C-U-L-A-R es quedarse corto a la hora de definir esta canción que cerraba el repertorio y, después de un amago de despedida, llegó el turno de los bises.
The Hellion introdujo a Electric Eye (Screaming for Vengeance, 1982), donde vimos a un Halford más recuperado después de la extenuación a la que había llegado después de casi dos horas de concierto vaciándose por completo en el escenario. En el segundo bis llegaba la hora del Hell Bent for Leather (Killing Machine, 1978), con la clásica entrada de Halford al escenario a lomos de una Harley (eso sí, despacito, para que la cosa no pasara a mayores...) y You've Got Another Thing Comin' (Screaming for Vengeance, 1982), que interpretó apoyado sobre la moto visiblemente cansado. Aún así, hubo tiempo y fuerzas para cerrar esa increible noche con Living After Midnight incluida en el disco British Steel (1980), con Halford envuelto en una ikurriña a la que besó en varias ocasiones, desatando así el calor del público. Fue un fin de fiesta perfecto, con un tema festivo coreado a pleno pulmón por los miles de asistentes, a los que Halford y el resto de Judas Priest agradeció el apoyo y el cariño demostrado a lo largo de la noche.
Reconozco que disfruté como un Tyrion cualquiera, saltando entre ese mar de cuernos y melenas, gritando como el que más y sudando la gota gorda. Acabé realmente afónico, pero consciente de haber vivido algo inimitable y que no se va a repetir jamás. Grabarán nuevos temas, sacarán discos, pero una gira así no lo volverán a repetir. Es su despedida, la de unos auténticos "metal gods" con un Halford que, a pesar de tener casi sesenta años y de tener especial querencia por vestimentas de cuero y brillos un poquito horteras, demostró seguir estando en buena forma. Yo, al menos, le esperaba algo más cascado, y se nota que se ha preparado para la ocasión. Otro concierto grabado a fuego en mi cabeza, como el de ACDC del año pasado.