Todos los diasno se tiene la oportunidad de asistir impasible a la inmolación en sagrado ritual de rock ´n roll de 40.000 almas entregadas a la causa de la buena música; no es común que la noche bilbaína arda y se consuma pasto de las enormes llamaradas provocadas por una bestia metálica made in Australia; y nunca antes se había podido contemplar el estadio de San Mamés convertido en un enorme pedazo de infierno sobre la tierra, donde al ritmo de las campanas del averno se abría la tierra y el mismísimo diablo en persona asistió como invitado de lujo a lo que sin duda es (y teneís que perdonar la ausencia total de imparcialidad...) el enorme espectáculo que es hoy en dia un concierto de la mejor banda de la historia: AC/DC, un grupo de chavales que pese a que pasan de los cincuenta e incluso algunos de los sesenta, se entregan al 200% y nos regalan una ofrenda sagrada a base de rock y pólvora sin parangón. Dejadme que os ofrezca mi pasional punto de vista del mejor concierto que he visto en mi vida y que jamás veré (a no ser que los vuelva a ver...).
A eso de las seis ya nos encontrábamos en Bilbao para empaparnos bien del magnífico ambiente que se respiraba en las cercanías de San Mamés, escenario para el concierto que cerraba la gira Black Ice de AC/DC. Las calles colindantes al estadio eran un auténtico hervidero de gente que aguardaba impacientemente la apertura de puertas. Esta no se produjo hasta las siete de la tarde, más o menos, y en el acceso a la zona de pista se producían auténticas carreras y galopadas para coger el sitio más cercano al escenario, para poder así ver de cerca a Angus, Brian y compañía.
La verdad es que nosotros evitamos el tener que batirnos en duelo por conseguir uno de esos privilegiados sitios ya que nuestras entradas eran de grada, en un lugar que al final y a la postre resultó muy cómodo y con una panorámica de lujo. Después de dar buena cuenta de un bocadillo y un pintxo de tortilla para aplacar nuestros estómagos, nos hicimos con dos pares de cuernos luminosos, de esos que todo fan de AC/DC que se precie no puede dejar de adquirir.
Tuvimos que rodear buena parte del estadio para encontrar nuestra puerta de entrada, no sin antes darnos una vuelta por todos los puestos de merchandising que había (unos 4 o 5) para ver si le echábamos el ojo a algo, pero sinceramente, no vi ninguna camiseta de mi agrado.
Una vez dentro, pudimos comprobar cómo buena parte del aforo ya se había completado y que el lleno estaba garantizado. A las 20:30 comparecían en el escenario los teloneros Los Perros del Boogie, que hicieron lo que pudieron ante una muchedumbre enfervorizada que ansiaba el rock duro de AC/DC. Por si quereís saber cómo suenan, AQUÍ teneís una entrada anterior donde podeís escuchar su single de presentación. Mientras, había que refrescar el gaznate para lo que se avecinaba...
La salida al escenario de ACDC se hizo de rogar, y no llegó hasta pasadas las 22:20 de la noche, retraso en parte motivado, creo yo, por la enorme claridad que aún bañaba Bilbao a eso de las diez de la noche, cuando estaba previsto que comenzase el espectáculo. Entonces se apagaron las luces y las enormes pantallas comenzaron a proyectar el video de animación con el que han comenzado todos los conciertos de esta gira, ese en el que se asiste al descarrilamiento de un tren a toda velocidad, con un Angus Young más pendiente de dos señoritas ligeras de ropa que de conducir ese endiablado tren. Cuando el ferrocarril colisiona, una enorme pira de fuegos artificiales hace explosión, una gran locomotora irrumpe en el escenario y comienza el espectáculo con Rock ´n Roll Train, tema de su último disco (para no sobrecargar la entrada, pinchando en los títulos de las canciones podeís acceder a los vídeos del concierto grabados por el público)
Ese primer tema fue como una pisada a fondo del acelerador, estableciendo un ritmo infernal que no decayó ya en el resto de la velada. Acto seguido, Brian Johnson nos recordada que el infierno no es un mal lugar con Hell Ain´t A Bad Place To Be, haciendo que el público se rindiera ante el clásico tema. La noche se incendiaba un poquito más, y sin apenas concesiones llegaba el primer gran clásico, la enorme Back in Black, homenaje al malogrado Bon Scott.
Despúes de la tremenda descarga, los australianos ejecutan con maestría Big Jack (otro tema del último disco Black Ice), tras la cual llegará uno de sus primeros temas, la canallesca Dirty Deeds Done Dirt Cheap, con un público más que rendido y coreando a morir el potente estribillo. Aquí es cuando yo empecé a desgañitarme y a dejarme la garganta, pues no en vano es uno de mis temas preferidos de siempre. Sin apenas unos segundos de tregua, Shot Down in Flames suponía un nuevo acelerón para un San Mamés totalmente entregado a la apisonadora que son ACDC en directo.
Cuando empezaron a sonar los primeros acordes de Thunderstruck, el recinto se vino abajo. Todo el estadio coreaba la canción en una especie de comunión total que ponía los pelos de punta.
Acto seguido toca ofrecer un tema del último disco, y Black Ice derrama sobre el escenario su ritmo vacilón, preparando el ambiente para el bluesero The Jack, jalonado por alguna que otra atrevida que se despojaba de camiseta y sostén cuando era enfocada por las cámaras. Como premio, la canción incluye el ya mítico streaptease de Angus enseñando sus calzoncillos de AC/DC.
Otro de los momentos impagables de la noche llega cuando una gigantesca campana se balancea sobre el escenario y Brian Johnson, en un alarde de agilidad y fuerza, recorre la pasarela a la carrera para colgarse de dicha campana, agitándola y haciéndola sonar como un Quasimodo del Averno y el enorme tema Hell Bells empieza a sonar. Es entonces cuando todos somos realmente conscientes de que el Infierno se ha desatado sobre la tierra y ACDC pone la banda sonora a base del mejor rock posible. A estas alturas de concierto, mi voz se casca de nuevo.
Pero la vida sigue, y el mejor concierto posible de la historia también, continuando con otro tema que me encanta y que últimamente ha vuelto a estar muy de moda al ser incluido en la banda sonora de Iron Man 2, lo que incluso le ha valido un videoclip musical bastante resultón. Me refiero a Shoot to Thrill, percatándome de que estamos entrando a marchas forzadas en el aluvión de clásicos impresionantes que supone esta recta final de concierto. Justo después, War Machine, un tema de su último disco, supone un pequeñísimo respiro para lo que se avecina. El hecho de que durante la canción se vuelva a proyectar un nuevo vídeo de animación ayuda para que tomemos aire.
Con High Voltage se desata la locura, un tema clásico que recuperaron para la gira en su recta final en detrimento de Anything Goes, de su último disco. Después, You Shook Me All Night Long pisa el acelerador para no aminorar hasta el final del concierto. Le siguen T.N.T. (impresionante, todo el escenario lleno de llamas y tercera vez en el concierto que me rompo la voz hasta el punto que mi garganta me manda a paseo y se niega a obedecerme...) y Whole Lotta Rosie, donde la enorme Rosie aparece dándole un extra de vidilla al escenario.
Es entonces cuando la enorme muñeca hinchable desaparece y da paso a Let There Be Rock, tremendo himno que cuenta la historia de los primeros pasos de la música rock mientras las pantallas muestran imágenes de toda la carrera de AC/DC, incluyendo portadas de discos y alguna que otra foto del gran Bon Scott (nunca te olvidaremos...) y temazo de los pies a la cabeza que incluye un I-M-P-R-E-S-I-O-N-A-N-T-E solo de guitarra de Angus, que demostró ser uno de los más grandes a la hora de exprimir una guitarra eléctrica, tocándola sobre una plataforma, en el suelo tirado y bañado en una nube de confetti brillante. Sublime, La Catedral sumida en un completo y gigantesco éxtasis total.
Cuando todo parecía acabado (ya sabemos todos que no, que tocaba un bis, único pero potente), vuelven al escenario para acabar con dos perlas: Highway to Hell y For Those About to Rock. Durante la primera, humo, fuego, calor y azufre ayudan a recorrer esa autopista al infierno, quizás la canción más exitosa de la banda (buena opción para mi funeral...) que Angus interpreta con unos cuernos sobre su cabeza. En la última, los famosos cañones nos despiden con salvas reales en un final apoteósico y digno de pasar a la historia, puesto que sólo el tiempo dirá si los 40.000 privilegiados que asistimos al concierto contemplamos el último en la historia de la banda más grande del planeta.
La verdad es que nosotros evitamos el tener que batirnos en duelo por conseguir uno de esos privilegiados sitios ya que nuestras entradas eran de grada, en un lugar que al final y a la postre resultó muy cómodo y con una panorámica de lujo. Después de dar buena cuenta de un bocadillo y un pintxo de tortilla para aplacar nuestros estómagos, nos hicimos con dos pares de cuernos luminosos, de esos que todo fan de AC/DC que se precie no puede dejar de adquirir.
Tuvimos que rodear buena parte del estadio para encontrar nuestra puerta de entrada, no sin antes darnos una vuelta por todos los puestos de merchandising que había (unos 4 o 5) para ver si le echábamos el ojo a algo, pero sinceramente, no vi ninguna camiseta de mi agrado.
Una vez dentro, pudimos comprobar cómo buena parte del aforo ya se había completado y que el lleno estaba garantizado. A las 20:30 comparecían en el escenario los teloneros Los Perros del Boogie, que hicieron lo que pudieron ante una muchedumbre enfervorizada que ansiaba el rock duro de AC/DC. Por si quereís saber cómo suenan, AQUÍ teneís una entrada anterior donde podeís escuchar su single de presentación. Mientras, había que refrescar el gaznate para lo que se avecinaba...
La salida al escenario de ACDC se hizo de rogar, y no llegó hasta pasadas las 22:20 de la noche, retraso en parte motivado, creo yo, por la enorme claridad que aún bañaba Bilbao a eso de las diez de la noche, cuando estaba previsto que comenzase el espectáculo. Entonces se apagaron las luces y las enormes pantallas comenzaron a proyectar el video de animación con el que han comenzado todos los conciertos de esta gira, ese en el que se asiste al descarrilamiento de un tren a toda velocidad, con un Angus Young más pendiente de dos señoritas ligeras de ropa que de conducir ese endiablado tren. Cuando el ferrocarril colisiona, una enorme pira de fuegos artificiales hace explosión, una gran locomotora irrumpe en el escenario y comienza el espectáculo con Rock ´n Roll Train, tema de su último disco (para no sobrecargar la entrada, pinchando en los títulos de las canciones podeís acceder a los vídeos del concierto grabados por el público)
Ese primer tema fue como una pisada a fondo del acelerador, estableciendo un ritmo infernal que no decayó ya en el resto de la velada. Acto seguido, Brian Johnson nos recordada que el infierno no es un mal lugar con Hell Ain´t A Bad Place To Be, haciendo que el público se rindiera ante el clásico tema. La noche se incendiaba un poquito más, y sin apenas concesiones llegaba el primer gran clásico, la enorme Back in Black, homenaje al malogrado Bon Scott.
Despúes de la tremenda descarga, los australianos ejecutan con maestría Big Jack (otro tema del último disco Black Ice), tras la cual llegará uno de sus primeros temas, la canallesca Dirty Deeds Done Dirt Cheap, con un público más que rendido y coreando a morir el potente estribillo. Aquí es cuando yo empecé a desgañitarme y a dejarme la garganta, pues no en vano es uno de mis temas preferidos de siempre. Sin apenas unos segundos de tregua, Shot Down in Flames suponía un nuevo acelerón para un San Mamés totalmente entregado a la apisonadora que son ACDC en directo.
Acto seguido toca ofrecer un tema del último disco, y Black Ice derrama sobre el escenario su ritmo vacilón, preparando el ambiente para el bluesero The Jack, jalonado por alguna que otra atrevida que se despojaba de camiseta y sostén cuando era enfocada por las cámaras. Como premio, la canción incluye el ya mítico streaptease de Angus enseñando sus calzoncillos de AC/DC.
Otro de los momentos impagables de la noche llega cuando una gigantesca campana se balancea sobre el escenario y Brian Johnson, en un alarde de agilidad y fuerza, recorre la pasarela a la carrera para colgarse de dicha campana, agitándola y haciéndola sonar como un Quasimodo del Averno y el enorme tema Hell Bells empieza a sonar. Es entonces cuando todos somos realmente conscientes de que el Infierno se ha desatado sobre la tierra y ACDC pone la banda sonora a base del mejor rock posible. A estas alturas de concierto, mi voz se casca de nuevo.
Pero la vida sigue, y el mejor concierto posible de la historia también, continuando con otro tema que me encanta y que últimamente ha vuelto a estar muy de moda al ser incluido en la banda sonora de Iron Man 2, lo que incluso le ha valido un videoclip musical bastante resultón. Me refiero a Shoot to Thrill, percatándome de que estamos entrando a marchas forzadas en el aluvión de clásicos impresionantes que supone esta recta final de concierto. Justo después, War Machine, un tema de su último disco, supone un pequeñísimo respiro para lo que se avecina. El hecho de que durante la canción se vuelva a proyectar un nuevo vídeo de animación ayuda para que tomemos aire.
Con High Voltage se desata la locura, un tema clásico que recuperaron para la gira en su recta final en detrimento de Anything Goes, de su último disco. Después, You Shook Me All Night Long pisa el acelerador para no aminorar hasta el final del concierto. Le siguen T.N.T. (impresionante, todo el escenario lleno de llamas y tercera vez en el concierto que me rompo la voz hasta el punto que mi garganta me manda a paseo y se niega a obedecerme...) y Whole Lotta Rosie, donde la enorme Rosie aparece dándole un extra de vidilla al escenario.
Es entonces cuando la enorme muñeca hinchable desaparece y da paso a Let There Be Rock, tremendo himno que cuenta la historia de los primeros pasos de la música rock mientras las pantallas muestran imágenes de toda la carrera de AC/DC, incluyendo portadas de discos y alguna que otra foto del gran Bon Scott (nunca te olvidaremos...) y temazo de los pies a la cabeza que incluye un I-M-P-R-E-S-I-O-N-A-N-T-E solo de guitarra de Angus, que demostró ser uno de los más grandes a la hora de exprimir una guitarra eléctrica, tocándola sobre una plataforma, en el suelo tirado y bañado en una nube de confetti brillante. Sublime, La Catedral sumida en un completo y gigantesco éxtasis total.
Cuando todo parecía acabado (ya sabemos todos que no, que tocaba un bis, único pero potente), vuelven al escenario para acabar con dos perlas: Highway to Hell y For Those About to Rock. Durante la primera, humo, fuego, calor y azufre ayudan a recorrer esa autopista al infierno, quizás la canción más exitosa de la banda (buena opción para mi funeral...) que Angus interpreta con unos cuernos sobre su cabeza. En la última, los famosos cañones nos despiden con salvas reales en un final apoteósico y digno de pasar a la historia, puesto que sólo el tiempo dirá si los 40.000 privilegiados que asistimos al concierto contemplamos el último en la historia de la banda más grande del planeta.
Y poco más que decir, salvo que nadie podría borrame de la cara la estúpida sonrisa de felicidad con la que salí del concierto y que permaneció ahí un par de días antes de pasar para siempre a mi memoria y a mi corazón, consciente de que he visto cumplidos uno de mis sueños. Puede que a muchos os parezca banal, pero para mí la música es importantísima y AC/DC es la única banda, el único grupo de rock al que se lo perdono todo y le permito cualquier cosa, pues son muchos años, muchos discos dándome grandes canciones y momentos para el recuerdo. Además, la compañía para ver el evento, inmejorable, y hasta ella, que no es demasiado fan, salió encantada. Ojalá que estos chavales australianos sigan en la brecha durante algún tiempo, porque prometo hacer lo imposible para verles de nuevo en directo. Larga vida a ACDC!!!
5 comentarios:
Qué recuerdos me has traído leyendo esta entrada. Parece que los esté viendo ahora mismo como lo hice hace un año. El concierto fue impresionante, puedo decir que fue uno de los conciertos en los que mejor me lo he pasado. La verdad es que se crea un ambiente único, con toda esa marea de cuernos luminosos, gente desde los 0 a 99 años casi (vamos, a mí lado había una tía a punto de parir cuando los ví que yo pensé que tenía la criatura allí mismo xD).
Es un concierto espectacular, justo ayer me compré uno e DVD para quitarme las ganas de ACDC. Por y claro, se comprueba que es monumental en toda la extensión de la palabra. Veo a Eva muy animada a pesar de que no estaba tan entusiasmada, me alegra que los dos disfrutaran tanto. Esa buena vibra contagiosa la tienen todos loc conciertos
Un beso amigo
Qué buena crónica! Me han encantado las fotos, son buenísimas!
La verdad es que nunca he ido a verlos en directo, y veo difícil que pueda ir, pero creo que me pasaría como a Perse, que aunque no es demasiado fan parecía muy muy contenta!
Los cuernitos esos molan un montón, yo también me los hubiera comprado sin pensarlo.
Ay, el San Mamés, aún me acuerdo que estuvimos allí hace unos meses, snif snif.
La crónica que has hecho está de PM, llena de entusiasmo como es debido, y casi parece como si estuviera un poco allí. ;D
Me alegro de que lo pasaráis tan bien.
Besos!!
(Por cierto, ¿me debes correo? No sé nada de ti!)
Lo cierto es que intenté por todos los medios que la crónica no resultara demasiado parcial, pero que demonios! Para mi fue, sin duda, el concierto de mi vida, y es inevitable que eso quedara plasmado de alguna manera...
He de decir también que no todas las fotos son mias, también hay unas cuantas extraidas de la prensa que comentó el evento.
Sonix, si, te debo correo, y de hecho, me pongo a ello ahora mismo, XDDD sorry!
Buena crónica.... xDDDD
Conciertazo, si. Pese a que no me molan demasiado, tengo que reconocer que son espectaculo puro, puesta en escena, buenísimo directo con guitarra carismático ( pensé que le daría un infartillo alli mismo de la pechada que se metió ...), melenudos entrañables de público que tocaban guitarras imaginarias y un grupo que interactuaban con sus fans de una forma que muchos grupos quisieran para sí. Un 10 para AC/DC ;)
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