Hija de Tony Curtis y Janet Leigh, Jamie Lee Curtis sólo había participado en algunas series para la televisión (Colombo, Los Angeles de Charlie) cuando John Carpenter la eligió para ser Laurie Strode, la protagonista absoluta de Halloween. En un principio Carpenter ni tan siquiera sabía quién era esa larguirucha chica de 19 años que le proponían como actriz, pero al conocer quién era su madre (Janet Leigh había participado en Psicosis, de Alfred Hitchcock) consideró que la presencia de Jamie Lee Curtis supondría un empujón en cuanto a publicidad para la película. Pero no hubiera hecho falta, ya que Halloween fué un éxito rotundo, recibiendo muy buenas críticas y una mejor recaudación, ya que consiguió 80 millones de dólares en todo el mundo, cuando su presupuesto era de tan sólo 325.000.

La película encumbró a Jamie Lee Curtis, situándola como la scream queen del momento. El éxito del personaje residía en al supervivencia. Laurie Strode pasaba la mayor parte del film intentando escapar de su hermano, el psicópata Michael Myers y, además de proferir verdaderos gritos de horror, la chica luchaba con todas sus fuerzas plantando cara al asesino de turno y consiguiendo finalmente sobrevivir. Esa lucha encarnizada contra el psicópata y esa supervivencia final eran la diferencia fundamental del personaje de Jamie Lee respecto a las anteriores scream queens, creando lo que se conocería más adelante como final girl.

Con su papel en Halloween, Jamie Lee Curtis dió el pistoletazo de salida a una dilatada carrera en el mundo del cine, que en sus inicios no se alejó del género de terror, protagonizando títulos como La Niebla, Prom Night y El Tren del Terror, todas en 1980 y Halloween II en 1981. Retomaría el cine de terror (y su papel original de Laurie Strode) en 1998 con Halloween H20 y repetiría cuatro años más tarde con Halloween: Resurrection. Entre ambas entregas de la saga participó en una película de terror y ciencia ficción llamada Virus (1999).

Si Linnea Quigley fué la reina del grito original, la más prolífica y reconocida en el universo de la serie B, Jamie Lee Curtis fué una de las primeras scream queens del star system norteamericano, además de ser la primera actriz verdaderamente protagonista de un film de terror que, además de proferir penetrantes chillidos y de protanizar histéricas carreras delante del psicópata de turno, conseguía imponer sus ganas de vivir y no moría en el intento. Nacía así la primera final girl del cine en el mismo instante en que Laurie Strode evitaba el cuchillo de Michael Myers.